“Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia esta ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor”, así comenzaba Goscinny cada episodio de su famoso cómic “Asterix el galo”, y así nos hemos sentido nosotros, un pequeño pueblo, luchando contra el olvido de la tradición que conlleva la modernidad mal entendida. David contra Goliath… y sin embargo, se debe luchar y se puede ganar. Hoy, estamos un poco menos solos, un pequeño pueblecito de Soria, Olmillos, ha decidido poner toda su ilusión, sus ganar y su esfuerzo a la tarea de defender su patrimonio y salvar sus bodegas del abandono.

Olmillos es un pueblecito de unos 40 habitantes, muy cerca de San Esteban de Gormaz y de Atauta, localidad que cuenta también con un precioso barrio de bodegas. El pueblo se dedica principalmente a cultivos como las lechugas, teniendo curiosamente una de las mayores poblaciones de ciudadanos tailandeses de España durante la temporada de recolección. Aún se conservan algunas cepas prefiloxéricas de 300 años de antigüedad, aunque la mayoría fueron arrancadas con la llegada del regadío, y sustituidas por cultivos más rentables económicamente.

Llegamos a Olmillos invitados por sus habitantes, que tienen la firme determinación de devolver a su pueblo el esplendor del pasado, y esperan que nuestra experiencia durante este año pueda servirles de ayuda e impulso. Nada más entrar nos reciben sus bodegas, situadas en las faldas de un pequeño cerro coronado por la iglesia parroquial, paisaje que nos resulta ligeramente familiar. Lo primero que nos sorprende es la ausencia casi total de merenderos adosados a las bodegas y la estética que estas últimas, cuyas puertas no están totalmente horadadas, sino que presentan unos agujeros en la parte interior para permitir la ventilación. Tampoco se aprecian zarceras.

Mientras estamos contemplando el conjunto de bodegas aparece el verdadero tesoro de Olmillos, sus vecinos. Un grupo de gente joven y entusiasta que está dispuesto a trabajar duro para recuperar sus bodegas. Con una sonrisa nos invitan a adentrarnos en las entrañas de sus bodegas. Las cuevas conservan barriles de gran tamaño en muy buenas condiciones debido a la falta de humedad, que permite que puedan utilizarse como lugares de descanso y reunión. En su interior se encuentran también grandes tinajas de barro perfectamente conservadas.

Entre vasos de vino y algún que otro aperitivo, los vecinos nos transmiten su preocupación por el futuro de sus bodegas, con problemas de derrumbes y abandono, y nos cuentan con tristeza cómo se han perdido todos los lagares, aunque sin embargo, queda la estructura externa de alguno, reconvertido en merendero. Pero lo que sobretodo nos transmiten las gentes de Olmillos es entusiasmo, alegría, unión, ganas de remar en una misma dirección para que sus bodegas vuelvan a ser lo que fueron en el pasado.

Tras la visita a las bodegas, nos dirigimos al teleclub del pueblo. Más de 20 vecinos escuchan atentos los pasos que se han seguido en Moradillo para tratar de recuperar nuestras bodegas. Jóvenes y mayores observan lo que podría ser el futuro próximo de su barrio de bodegas.

Nos despedimos de Olmillos encantados y tremendamente agradecidos de que aún exista gente tan auténtica como sus vecinos, gente luchadora que estamos seguros de que llegarán lejos y conseguirán lo que se propongan. Desde Moradillo, cuentan con nuestro apoyo y nuestra admiración. Esperemos que esto sea un revulsivo para que más pueblos se unan para luchar por su identidad.

Y como ya decían grandes hombres:
“Solo triunfa en el mundo quien se levanta y busca a las circunstancias, creándolas si no las encuentra” (George Bernard Shaw)
“La marca esencial que distingue a un hombre digno de llamarse así, es la perseverancia en las situaciones adversas y dificiles” (Beethoven)
“Un camino de mil millas comienza con un paso” (Benjamin Flanklin)

¡Ánimo, Olmillos!