Cuando alguien nos pregunta por qué hacemos lo que hacemos, dedicando tiempo y esfuerzo en intentar recuperar y sacar del olvido nuestras bodegas, se me vienen a la cabeza imágenes como estas. Construcciones como bodegas, palomares, lagares o cabañas de pastor que, una vez perdida su función, languidecen y sufren el deterioro no solo del tiempo, sino de la negligencia humana, que las convierte en vertederos, las llena de pintadas o aprovecha sus partes para construir otras cosas.
Es fácil encontrar estampas como estas en muchos pueblos de Castilla y León. Construcciones hundidas, piedras de lagar desperdigadas por el campo, lagares derruidos para aprovechar el terreno que dejan libre… Es una auténtica pena que estas joyas de la arquitectura popular se pierdan, ya sea por dejadez o por negligencia; ya que mientras la bodega o el lagar sigan en pie aún hay esperanza y con un poco de esfuerzo se pueden recuperar, pero una vez se han hundido, es muy difícil volverlos a reconstruir.
Debido a ello surgió el proyecto de mantenimiento y recuperación del barrio de bodegas y lagares de Moradillo de Roa. Porque no queremos esperar a que el daño sea irreversible antes de actuar, porque nos negamos a pensar que las futuras generaciones tendrán que consultar en un libro como era una bodega o como funcionaba un lagar en lugar de comprobarlo con sus propios ojos, porque si se cuidan y mantienen, estos lugares aún tienen muchos siglos por vivir, muchas cosas que enseñar y muchas historias que contar.
Un ejemplo de ello es el Lagar del tío Santos, recuperado recientemente por su propietario Esteban con todo el mimo y el cuidado para que permanezca lo más fiel posible a su estética original. Es un orgullo ver como tanto en Moradillo como en otros pueblos con este patrimonio, sus habitantes empiezan a darse cuenta de el gran legado que han recibido y reaccionen antes de que sea tarde y la naturaleza vuelva a abrirse paso en el lugar que un día ocuparon estos testigos del pasado.